Carazo exige al Gobierno que “dejen de torear” a los españoles y restituyan el Premio Nacional de Tauromaquia

En la Comisión de Cultura

Logo del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso.
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El diputado del Grupo Popular Eduardo Carazo responsabiliza al Gobierno de “abrir las puertas de La Moncloa” a un ministro sectario que ha decidido de forma unilateral eliminar el Premio Nacional de Tauromaquia 

Exige al PSOE, tras votar en contra de la iniciativa de los populares, que aclare su postura sobre el Premio Nacional de Tauromaquia. “Mientras García Page dice que creará un premio alternativo, el presidente Sánchez no paraliza el trámite para eliminarlo ni desautoriza a su ministro”, destaca 

Recuerda que fue José Luis Rodríguez Zapatero quien creó este galardón en 2011, y se pregunta si “eso convierte al expresidente en un ultraderechista peligroso” 

Acusa al titular de cultura de “no cumplir con su obligación de preservar y promover la tauromaquia”, al tiempo que hace suyas las palabras del presidente de la Fundación Todo de Lidia que pide que, aunque no se comparta, se respete 

Critica que Urtasun afirmase que los toros son un espectáculo de minorías, y le recuerda que “sólo en la plaza de las Ventas, en la última temporada, se vendieron más localidades que votos tuvo Sumar en las últimas elecciones europeas” 

Pide al Gobierno que defienda la tauromaquia, al tiempo que les propone que sea el Departamento de Asuntos Culturales, “creado para hacerle la contra al ministro de Sumar”, el que entregue los premios 

Señala que además de las corridas, los festejos populares ligados a los toros son una parte fundamental de nuestra identidad que “generan una importante actividad económica y dan empleo a miles de personas que trabajan en zonas afectadas por la despoblación y la falta de oportunidades”

Defiende la labor de conservación de los ganaderos españoles del toro bravo de lidia, una especie que “contribuye a la conservación del medio ambiente y al cuidado de un ecosistema único como es la dehesa” 

Reafirma que la cultura no es patrimonio de nadie, ni de izquierdas ni de derechas, y sostiene que la forma sencilla de que nadie la instrumentalice es defenderla