Titulares de su intervención:
Señala que “la escalada fue desastrosa, encerrando a la población -tarde-, en lugar de protegerla”, pero advierte que “la desescalada está siendo aún peor”.
“España despreció todas las alertas internacionales. Mientras la mayor parte de los países la atendieron y se pusieron manos a la obra, España hizo caso omiso: ni
preparó material, ni un Plan, ni prohibió viajes ni hizo cribado en aeropuertos. Nada”.
“El 8-M, con 589 casos y 17 fallecidos, el Gobierno alentó más de 480 manifestaciones con unas 600.000 personas sin distancia de seguridad, priorizando su agenda política a las consecuencias sanitarias que resultaron devastadoras”.
Censura “la torpe decisión” del Ejecutivo de establecerse, con 136 muertos, “como mando único, como única autoridad competente, poniendo al frente a un ministro que llevaba la ‘L’ y que sabía cero de Sanidad”, con un resultado de 26.000 muertos y un récord mundial de 48.000 profesionales sanitarios contagiados.
Recrimina al Gobierno que tampoco adoptara medidas, después de asumir el mando único, sabiendo que el virus afectaría gravemente a nuestros mayores, con un
resultado “igualmente conocido”. “Más de 16.000 personas desprotegidas, fallecidas, sin test, sin material, sin compañía y sin funeral”, lamenta.
Señala que Sánchez tampoco tenía Plan B: “Necesitaban un estado de alarma a medida para desarrollar su Plan, que consistía en limitar el Parlamento, la Justicia y
las Libertades, eliminar el Portal de Transparencia, crear un plató de televisión permanente en Moncloa para su No-Do diario, perseguir la crítica y la discrepancia, aumentar hasta en 24 altos cargos el Gobierno o vincular las ayudas a su Plan de alarma. Todo ello quedará para los anales de su historia”.
Denuncia que a día de hoy 300.000 personas sigan sin cobrar los ERTEs, después de que el Gobierno les haya engañado sobre los plazos.
Pese a la recomendación de ‘test, test, test’, el Gobierno contestó que ‘aquí no había que hacer test’: “La ventaja para el Gobierno es que así podían camuflar los fallecidos reales y las compras fallidas; la desventaja para los españoles es que desescalar sin datos es como bajar una montaña sin arnés, sin cuerdas y sin casco”.
Advierte de que “desescalar sin test y sin estudio de seroprevalencia, sin conocer la inmunidad de la población, es actuar a ciegas”. “Es guiarse por la irresponsable
estrategia de la prueba-error”, subraya.
Rechaza un Plan de desescalada que llega “tarde y mal”: “No pensaron nunca en la desescalada y así está resultando, con cambios absurdos y permanentes,
desajustes, falta de uniformidad. Así es imposible hacer una radiografía real, clave para la desescalada”.
Insta al Gobierno a reconocer sus errores, a dejar de ocultar los nombres de los miembros del Comité de Expertos que le asesoran en la desescalada -“no sabemos
si son becarios o premios Nobel, ni por qué los oculta”-, y a aparcar su despotismo.
Exige al Gobierno que huya “de la irresponsabilidad, de la negligencia, de la mala fe, del ocultismo, del sectarismo, de la deslealtad, del intento de fractura permanente y de todas las cualidades que adornan su actuación diaria. También de la mentira”.
A la vicepresidenta cuarta: “No es casualidad que España esté hoy infinitamente peor que cuando ustedes llegaron en economía, en empleo y bienestar”. “Ocurre
siempre desde el siglo XXI: la izquierda siempre se va arruinando España”, añade.
“Los errores han costado vidas. Todo lo ocurrido en estos meses, todo lo que va a ocurrir, la sociedad española no lo va a olvidar nuca”, proclama.
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