En un año y en una grave situación económica, España ha conseguido reducir el déficit público y ha impulsado reformas estructurales clave.
El Gobierno se ha enfrentado a numerosos problemas: el desempleo, la debacle del sistema financiero y la crisis de las finanzas públicas. Este panorama crítico ha obligado al Gobierno a tomar medidas difíciles y extraordinarias, pero necesarias para salir del agujero.
Los sacrificios de la sociedad española están dando sus primeros frutos y la crisis económica de España por fin está cambiando de rumbo.
Han crecido las exportaciones y la competitividad de las empresas españolas, gracias a medidas como la reforma laboral y el plan de pago a proveedores.
Ha caído el coste de la deuda pública a niveles de 2010 y consecuentemente la prima de riesgo fruto de la confianza de los inversores. En la última emisión, el Tesoro colocó casi 5.800 millones a 12 y 18 meses a tipos cada vez más bajos.
El PIB ha caído menos de lo previsto por el Gobierno en 2012, lo que transmite una perspectiva muy positiva de cara a Europa.
La recaudación de ingresos tributarios ha alcanzado el objetivo previsto para 2012 en los presupuestos, lo que tiene un enorme valor en un año de recesión.
La banca española ha hecho un ejercicio de transparencia sin precedentes y no necesitará más fondos públicos.
Una de las reformas clave para recuperar el flujo del crédito ha sido la necesaria reforma del sistema financiero que se debería haber aprobado hace años.
Con esta reforma, se ha puesto en marcha una evaluación sin precedentes de la situación de los bancos y la creación de un "banco malo" que está agrupando los activos problemáticos que colapsan los balances de las entidades..
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