En un mundo, en un continente, en un país, como el nuestro, España, donde la crisis económica ha dado al traste con tantas certidumbres y con tantas certezas, hay algo que no nos podemos permitir: que intenten cercenar nuestras convicciones.
Disfrazados de lo que no son, hoy existen muchos grupos de personas, a veces personas aisladas, que se presentan ante los españoles como aquellos que tienen la pulsera del todo incluido, que todo vale, que todo es posible, cuando lo que realmente ofrecen son quimeras, tanto sociales, como económicas, que generan una gran frustración ciudadana. Lo de Grecia lo tenemos en estos momentos como el paradigma de esta forma de hacer política.
Y es una paradoja, desde mi punto de vista, que en una sociedad como la nuestra, donde nunca ha existido un mayor acceso a la información, ni mayor acceso a la comunicación, o al conocimiento, como existe hoy en España, como existe hoy en Europa, la política parece que esté dejando paso a la demagogia y que además, la demagogia se convierta en un mensaje que cada vez se pretende simplificar más, porque de esta manera también es más sencillo el mensaje televisivo.
De tal manera, que la política se cambia por la demagogia y la demagogia consiste en una forma descarnada y desnuda, en un mensaje lo suficientemente simplificado para convertirse en un eslogan de televisión.
Frente a ello el PP siempre ha estado convencido y así nos tenemos que comportar y así lo veo yo como secretaria general y lo veo yo personalmente, cómo un partido donde las convicciones importan, las convicciones en política importan. La ideología, la forma de pensar, la postura que se adopte ante lo que está ocurriendo en el país que uno tiene la responsabilidad de gobernar o donde quiere aspirar a gobernar son fundamentales ante la vida. Son fundamentales y esenciales en política, porque precisamente y en momentos de dificultad, cuanto más fuertes son las convicciones, más importante es la capacidad para gestionar la vida en un país. De eso soy una absoluta convencida.
Quien no tiene ideología no tiene un proyecto. Quien no tiene ideología, al final lo que tiene es una serie de ocurrencias, que quedan muy bien en muy corto, pero quedan absolutamente difuminadas a los cinco minutos o a las 24 horas, por una ocurrencia distinta o más novedosa. Y quien no tiene ideología y esto es seguramente lo más peligroso, lo que hace es mirar exclusivamente por sus propios intereses, o por los intereses de su partido, o por los intereses de estructuras, que siendo en el fondo estructuras semejantes a partidos, o queriendo ser estructuras semejantes a partidos políticos, son estructuras que tienen un objetivo y sólo uno, que se llama ocupar el poder exclusivamente.
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Discurso de Mª Dolores de Cospedal en el Campus FAES - 15-06-29
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